Las ventajas de ser mexicano

Nunca he sido la persona más nacionalista. Soy el primero en ver los defectos de mi país y criticarlos, porque también creo que soy de los que trabaja por buscar alternativas que mejoren la situación que se vive en México. Sin embargo, siempre que he tenido la oportunidad de viajar a otros países me he podido percatar de que la imagen que se tiene de mi país y su gente es bastante positiva.

Australia no ha sido la excepción. Desde que llegué a este lado del mundo, la gente ha sido muy amable conmigo (como ya lo mencioné en una entrada anterior) pero esta virtud se vuelve mucho más evidente en cuanto digo que soy mexicano. La gente comienza a preguntarme todo sobre mi país: cómo es la gente, cómo es el clima, qué se come… y por supuesto, también cosas sobre los típicos clichés: que si matan a la gente, que dónde dejé el sombrero y el sarape, que si toda nuestra comida es picante.

Por si eso fuera poco, todos mis roommates australianos han intentado hacer mi estadía mucho más cómoda y mi transición a su cultura mucho más fácil por el simple hecho de ser mexicano. Se ofrecen en todo momento a ayudarme con las cosas que me cuestan trabajo como cruzar la calle, (sí, no se rían, los coches aquí tienen el volante del lado derecho y manejan al revés de nosotros lo que hace que cruzar las calles sea toda una odisea, especialmente si lo que se tiene que cruzar es una glorieta); me convidan de su comida y me explican su slang para que entienda a la perfección las cosas a las que se refieren. Creo que todo esto lo hacen porque son una cultura muy amigable pero también porque en su imaginario colectivo nos ven a los mexicanos como muy buena onda siempre y es una muestra de agradecimiento por ser así. Toda la gente que conoce México o a algún mexicano habla maravillas de nosotros, lo que me hace sentir muy orgulloso de mi país y mi gente.

Dentro de todas las muestras de afecto y amabilidad que he recibido en estos días, el sábado tuve la más espectacular. Uno de mis roomies me invitó a correr una carrera de 5km alrededor de un lago cerca de donde vivo y yo acepté (más por integrarme a la vida de aquí que por mi espíritu deportista). El caso es que llegando al evento me registré y me preguntaron mi lugar de origen y puse que México y mientras daban a conocer las reglas de la competencia, también anunciaron que un mexicano correrían los 5kms. Todo mundo me aplaudió y yo, como olvidé el rebozo en México, me dejé querer…. Total que empezó la carrera y todo iba muy bien pero cuando ya faltaban unos 150 metros para terminar la carrera me empecé a cansar cañón y me puse a caminar, entonces se me acercó una chica y me dijo: «Mexican, please don’t stop because if you stop I will stop, you’ve been my motor all the race» (Mexicano, no te detengas porque si te detienes yo me voy a parar, has sido mi motor toda la carrera); después de escuchar esto volví a correr y ya que iba a llegar a la meta, toda la gente que ya había terminado la carrera y los que estaban ahí apoyando a los corredores me vieron y al unísono empezaron a gritar: «Mexicou, Mexicou, Mexicou» y bueno, yo me sentía casi casi que Ana Guevara en la final de atletismo de Sydney 2000.

No puedo explicar lo bien que me sentí con esas porras, me dieron la fuerza necesaria para correr a toda velocidad lo que me falta para llegar a la meta e hicieron que nacieran en mí las ganas de convertirme en atleta olímpico porque si así de bonito se siente que te griten en una carrera equis sólo sin realmente representar a México, no me puedo imaginar lo que debe sentir un atleta olímpico que esta poniendo en alto el nombre de su país.

Todo esto me hizo dar cuenta de que soy muy privilegiado por haber nacido en un país que es querido en todo el mundo porque un país que sabe ser hospitalario siempre tendrá las puertas abiertas de los demás países. ¡Viva México!

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